Contexto histórico
A finales del siglo XVI ya se observaban en el imperio
español síntomas de una crisis que se consumó durante el siglo XVII. Esta es
una época de crisis en Europa debida a los cambios políticos, la recesión de la
economía y las tensiones sociales. A la crisis política hay que sumar también
las pérdidas militares de la guerra de los 30 años y las sublevaciones en
Cataluña y Portugal. Todo ello, unido a la decadencia social y económica del
imperio, explica los rasgos la cultura barroca. El empeoramiento de la economía
creó grandes desigualdades sociales y originó un profundo malestar que trajo
aparejada una visión pesimista de la vida. La sociedad barroca se debatía entre
dos extremos: por un lado el lujo y los sueños de grandeza; por otro lado, la
pobreza, las derrotas militares y la corrupción política. Este contraste entre
lo que se desea ser y lo que se es, que constituye uno de los rasgos más
característicos de la época, se resume en un obsesivo afán por aparentar, en el
gusto por el espectáculo y en una actitud de desengaño ante la vida y el mundo.
La literatura barroca
En el terreno cultural y artístico, en el siglo XVII
se desarrolla un movimiento llamado Barroco, caracterizado por la ruptura del
ideal clásico de equilibrio y armonía, y la creación de un estilo complejo, en el que los contrastes adquieren
gran importancia.
Culteranismo VS Conceptismo
Culteranismo
El culteranismo,
un término que se acuñó a principios del siglo XVII, define un estilo de extrema artificiosidad que, en la
práctica, equivale a:
- Prevalencia de la forma sobre el contenido; lo importante no está en lo que se dice, sino en cómo se expresa; el tema es mínimo, lo que cuenta es la belleza formal.
- Latinización de la sintaxis y del vocabulario.
- Los autores se dirigen a los sentidos, se presta especial atención al color, a la luz, al sonido, al tacto…
- Los recursos expresivos más habituales son: cultismos, hipérboles, hipérbatos, metáforas, perífrasis y encabalgamientos abruptos.
- Alusiones clásicas y mitológicas.
- Una dicción poética lo más alejada posible del lenguaje diario.
- Su principal representante es Góngora.
- Los poetas cultos o culteranos del siglo XVII escribieron en un estilo de dificultad deliberada con el fin de excluir a la generalidad de los lectores. Góngora se enorgullecía de resultar oscuro a los no iniciados, tal como escribía en una carta a un corresponsal desconocido, en respuesta a un ataque a sus Soledades:
- “Demás que honra me ha causado hacerme escuro (*oscuro) a los ignorantes, que esa es la distinción de los hombres doctos (*cultos), hablar de manera que a ellos les parezca griego…”.
- El estilo culterano desarrollado por Góngora llegó a ser una fuerza dominante en la poesía del período, y Góngora mismo se convirtió en objetivo principal de sus detractores. Lope de Vega atacó a Góngora y a sus imitadores (y Góngora, a su vez, critica mordazmente su llaneza), pero, como otros, Lope sucumbió también a la irresistible moda culterana. Incluso Quevedo, el más ofensivo acusador de Góngora, no pudo evitar la contaminación del estilo de su enemigo.
Conceptismo
La agudeza -el uso de los conceptos- fue
conscientemente cultivada por la mayoría de los escritores del siglo XVI y XVII
tanto en prosa como en verso.
Detrás de la agudeza había una cosmovisión según la
cual, en la Europa medieval y del Renacimiento, el universo era un “sistema de
signos”, una especie de libro en el que podía leerse la grandeza de Dios.
Para aquellos que pensaban de este modo, un concepto
podía dar expresión a través de sus analogías a las ocultas afinidades que se
extienden por el universo.
En la práctica, equivale a:
- Prevalecería el contenido sobre la forma; lo importante está en lo que se dice y en poder expresar muchas ideas con pocas palabras, asociando con ingenio distintos conceptos.
- Utiliza las palabras justas y con sumo rigor, se preocupa por encontrar el término exacto y cargarlo de intención.
- Los autores se dirigen a la inteligencia, se presta especial atención al sentido de los términos y a la combinación de sus significados.
- Sus principales representantes son Quevedo y Gracián.
Nació el 11 de julio de 1561 en Córdoba.
Francisco de Quevedo
Nació Quevedo
en Madrid el 14 de septiembre de 1580, hijo del secretario particular de la
princesa María y más tarde secretario de la reina doña Ana, don Pedro Gómez de
Quevedo. Se formó en el Colegio Imperial de los jesuitas y en la Universidad de
Alcalá. Una estancia en Valladolid, mientras esta ciudad es sede de la corte,
parece iniciar la interminable enemistad con Góngora, probablemente atizada por
celos profesionales entre dos de las mentes más agudas de la época. En sus años
de estudios mantiene correspondencia con el famoso humanista belga Justo
Lipsio, y desarrolla su interés por las cuestiones filológicas y filosóficas, y
su afición a Séneca y los estoicos. En diversos testimonios del tiempo se
hallan referencias a su ingenio, a su defecto visual y a su cojera. Poco hay,
en cambio, sobre su vida amorosa y más detalles de sus actividades al servicio
del Duque de Osuna, que empiezan en 1613, y que le llevarán a desempeñar
delicadas misiones diplomáticas, a menudo en la Corte española.
Estas
actividades numerosas y agitadas terminan bruscamente con la caída de Osuna,
conseguida por sus enemigos de la Corte: Quevedo fue desterrado a la Torre de
Juan Abad, y luego encarcelado en Uclés, para ser reintegrado a la Torre, en
donde hacía tiempo que mantenía un pleito por sus derechos de señorío sobre la
misma. Regresa después a la Corte y se relaciona con los nuevos favoritos,
especialmente con Olivares, con quien establece complejas ligaduras. Durante
todos estos movimientos nunca deja de amistarse o reñir con variados personajes
del momento: amistades con Carrillo y Sotomayor y Lope, enemistades con Góngora,
Pacheco de Narváez, Morovelli de la Puebla...; ni de escribir asiduamente en
los múltiples territorios literarios en que se mueve: festivos, morales,
políticos. Un matrimonio poco exitoso en 1634, probablemente debido a la
presión de la Duquesa de Medinaceli, nuevos pleitos, nuevos escritos... Y la
prisión en 1639, por razones todavía no aclaradas del todo, que le mantendrá en
San Marcos de León hasta poco antes de su muerte. Puesto en libertad en 1643
muere el 8 de septiembre de 1645 en Villanueva de los Infantes.
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